"LA HISTORIA ES LA RELACIÓN VERDADERA DE LOS HECHOS"

lunes, 29 de octubre de 2012

SORTEO DE CESTA, CONDICIONES


FORO UNIVERSITARIO
Francisco de Vitoria
sortea
GRAN CESTA DE NAVIDAD




CONDICIONES DEL SORTEO:

- Foro Universitario Fco. de Vitoria sortea una cesta de Navidad con las siguientes características:
 1 Pz. 6-6,5 kg. aprox. Jamón reserva envasado al vacío y enfundado Mayoral
 1 Est. 250 gr. Chorizo ibérico bellota Ibéricos de la Dehesa
 1 Est. 250 gr. Salchichón ibérico bellota Ibéricos de la Dehesa
 1 Pz. 250 gr. Cuña queso de oveja curado Albéniz
 1 Bot. pet 500 ml. Aceite de oliva virgen extra Capricho Andaluz
 1 Lata 111 g.n. Bonito del norte en aceite de oliva Baymar Gourmet
 1 Frasco 205 g.n.e. Espárragos blancos extra 8/12 pz. Carretillas
 2 Bot. 75 cl. Cava extrísimo brut nature Bach
 1 Bot. 70 cl. Ron gran reserva Santa Teresa
 1 Bot. 75 cl. Vino tinto Rioja crianza Montelciego
 1 Bot. 75 cl. Vino blanco Rueda Nave Sur
 1 Bolsa 200 gr. Nueces gran selección Sekitos
 1 Tabl. 200 gr. Turrón Alicante suprema, línea roja La Fama
 1 Tabl. 200 gr. Turrón Jijona suprema, línea roja La Fama
 1 Tabl. 200 gr. Turrón chocolate crujiente suprema La Fama
 1 Est. 100 gr. Figuritas de mazapán suprema Horno de Toledo
 1 Est. 6 uds. Pétalos de flor de pascua de chocolate a la fresa Dulcestepa
 1 Est. 100 gr. Neula tradicional Virginias
 1 caja de cartón decorada con motivos navideños

- El sorteo se realizará el día 14/12/2012 en el local de la asociación organizadora Foro Universitario Fco. de Vitoria, que es el local 9 del pasillo de asociaciones (2ª planta), en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
- El sorteo se realizará públicamente, podrá ir a verlo quien lo desee. Además se grabará en video.
- Se sortea la cesta entre 200 números posibles (del 000 al 199).
- El modo de sorteo será similar al del “bingo”: mediante un sistema mecánico saldrá una bola al azar entre 10 bolas (con los números del 0 al 9), cuyo valor corresponderá a la cifra de las unidades del número de la papeleta ganadora. Para la cifra de las decenas del número de la papeleta ganadora se seguirá el mismo sistema que para la cifra de las unidades. Para la cifra de las centenas del número de la papeleta ganadora se seguirá el mismo sistema que para las otras cifras con la particularidad de que sólo habrá dos bolas (el 0 y el 1).
- El número ganador será publicado en el tablón de anuncios del local y en la página www.forouniversitariofv.blogspot.com el mismo día del sorteo. Asimismo, será subido el video a dicha página web para quien quiera verlo y no haya podido asistir al sorteo personalmente.
- El ganador deberá escribir un e-mail al correo forouniversitariofv@gmail.com reclamando el premio, poniendo su nombre, apellidos, correo electrónico y teléfono. Estos datos serán usados única y exclusivamente para ponerse en contacto con el ganador para la entrega del premio, luego serán borrados.
- El ganador del premio tendrá el plazo de un mes (30 días naturales) para reclamar el premio, plazo que comenzará a contar desde el día del sorteo. Aún así se recomienda que el ganador reclame el premio lo antes posible para garantizar la calidad de los productos de la cesta.
- Si el ganador no reclama el premio en el plazo convenido, el premio pasará a pertenecer a la asociación organizadora.
- El ganador deberá acreditar que lo es presentando la papeleta ganadora en el momento de la entrega del premio. No se admitirá una papeleta rota, parcial o totalmente, o sin sello.
- Para cualquier duda o contacto, escribir un correo a forouniversitariofv@gmail.com

lunes, 8 de octubre de 2012

No nos iremos de rositas. Juan Manuel de Prada.

   Transcribimos aquí el artículo de Juan Manuel de Prada que fue publicado en su espacio dominical (que recomendamos que lean) en la revista XLSemanal el pasado domingo, titulado con mucho acierto


  RAPACIDAD

  "Enseñoread la tierra", es el mandato divino dirigido a los hombres al principio del Génesis. Pero el rasgo primero del señor es la magnanimidad y el cuidado amoroso de las posesiones que le han sido confiadas; y lo que los hombres hemos hecho con la creación no es propio de señores, sino de la chusma entregada al saqueo. La codicia de los hombres ha infligido heridas sin cuento a la creación; heridas que claman al cielo, demandando un castigo que tal vez ya estemos empezando a recibir, aunque desde luego no atisbemos todavía su magnitud. Entre las heridas más ensañadas y graves se cuenta la causada por la llamada especulación inmobiliaria, que a simple vista parece consecuencia de una turbia alianza entre políticos corruptos y empresarios sin escrúpulos; pero tal alianza no habría sido posible, o simplemente se habría quedado en agua de borrajas, si no la hubiese sostenido la rapacidad de miles, cientos de miles, millones de personas deseosas de incrementar su patrimonio acumulando tesoros en la tierra. En el pecado llevamos la penitencia.

  Paseando el otro día con mi mujer por las afueras de Sigüenza, uno de los lugares más hermosos de esta España herida por la rapacidad de los hombres, nos adentramos en un ameno bosque de pinos donde se esponjaba el alma. Cuando ya nos disponíamos a regresar a la ciudad, vislumbramos, en lo alto de una loma, una singular construcción que, en la distancia, tomamos por un cuartel abandonado o un convento que se hubiese quedado desierto, con el virus de la secularización. Decidimos alargar nuestro paseo hasta allí; nos sorprendió, de repente, una carretera nueva, como un abrupto vómito de asfalto, que trepaba por el monte, conduciéndonos directamente hasta la construcción de marras. Seguíamos sin explicarnos la naturaleza de aquellas edificaciones imponentes; una desolación funeral envolvía el lugar, que más bien parecía un pueblo en el que se hubiese decretado la peste. En una valla descubrimos, borroneado por las lluvias, un cartel promocional de una empresa inmobiliaria: Las Casas de la Lastra era el nombre de aquella urbanización fantasmal, de ínfulas pudientes, en la que apenas media docena de casas estaban habitadas. El resto, que ni siquiera habían sido estrenadas, mostraban signos evidentes de depauperación: los abrojos crecían en los hipotéticos jardines; el enlucido de las fachadas se había descascarillado; y por doquier se descubría la pésima índole de los materiales empleados: las baldosas de patios y escaleras se abombaban y cuarteaban y dejaban crecer las malezas entre las junturas; el cemento de las paredes se había agrietado y caído a pedazos, dejando a la intemperie muros de ladrillos que ya empezaban a desmigajarse. Mi mujer y yo caminamos por la urbanización fantasmal como por un cuadro de De Chirico o como por el decorado de una pesadilla; allá donde poníamos los ojos, la muerte pregonaba su victoria. Nos asomamos a algunas de las viviendas, que habían sido rematadas de forma chapucera; y cuyas paredes estaban corroídas por la humedad, que extendía su mancha como un mapamundi caprichoso y devorador. Durante casi una hora deambulamos por aquella geografía desquiciante, azotada por el viento, hasta que una mujer que salió de una de las escasas viviendas habitadas nos contó la historia -pavorosa historia- del lugar, concebido como una urbanización de lujo -pero de un lujo postizo, como delataba la pésima índole de los materiales empleados-, cuyos constructores habían tomado las de Villadiego, afectados por una quiebra, antes de que concluyeron las obras. La mujer nos contó que habían sido proyectadas piscinas, pistas de pádel y otras atracciones pijas que nunca habían llegado a construirse; pero se esforzaba en cantar las loas del lugar, tal vez para espantar la tentación de cortarse las venas. Porque el lugar, que se había pretendido paradisiaco, era en verdad hórrido, un no-lugar devorado por la nada.

  Imaginé los chanchullos innombrables que se habrían tramado para erigir aquella urbanización fantasmal que injuriaba de modo tan estragador y presuntuoso la belleza del paisaje. Cuando mi mujer y yo volvíamos a Sigüenza, con el alma en los zancajos, por la carretera como un abrupto vómito de asfalto, atisbamos entre la espesura un ciervo que nos miraba con abrumada, absorta, irremisible pena: en aquella tristeza cerval se condensaba la tristeza de una creación esquilmada por la rapacidad de los hombres. Somos chusma, una puta chusma entregada al saqueo; y no nos vamos a ir de rositas, como hay Dios que no nos vamos a ir de rositas.


  Una vez más, De Prada pone las cosas en su sitio. Le felicitamos por ello esperando el próximo artículo que seguro nos volverá a sorprender gratamente.